Y seguro que te estás preguntando, ¿Y por qué tengo que ir a escuchar a esta chica?

¿Por qué tengo que invertir mi tiempo y mi dinero en un fin de semana que es cuando puedo descansar?

Pues te voy a contar algo, y te lo digo con total sinceridad y honestidad.

Yo me he pasado media vida buscando respuestas, sentía un vacío muy grande en mi interior, que me generaba angustia, miedo, soledad y tristeza, y lo peor de todo, es que no hallaba la forma de llenarlo.

Me hice abogada, yo sabía que quería ayudar a las personas desde muy pequeña, y por la situación que se vivió en mi casa, me dije que iba a ayudar a las personas a defenderse y a que alguien les diera voz ante las injusticias. Al menos eso es lo que sentí cuando tomé esa decisión, cuando apenas tenía 9-10 años, y mi padre me dijo que a él le gustaría que fuese médico o abogada, y como la sangre no me gusta… pues la elección estaba hecha. Esa fue mi motivación más íntima.

Ya desde el momento de estar con la carrera, había algo que me incomodaba, pero yo seguí adelante, y con 25 años abrí mi propio despacho.

Durante los 21 años que estuve ejerciendo esa profesión de abogada, lo pasé fatal, me dediqué en cuerpo y alma a defender a personas, pero eso no me satisfacía del todo. La única parte que me llenaba era atender a mis clientes, esa consulta en la que además de lo profesional, me contaban sus vivencias, por qué habían llegado a mi consulta, qué les había llevado a un proceso judicial.

A pesar de que yo no quería llevar divorcios, la vida me puso delante en su mayor parte estos temas. Yo había vivido la separación de mis padres,  fue muy complicada y dolorosa. Y ahí estaba yo acompañando a personas a pasar por ese trance.

Muchas d esas personas me agradecían esos espacios en los que les parecía “la consulta de un psicólogo más que de un abogado.” Guauu me decía internamente, que bueno haber podido ayudarles!

Pero yo estaba encerrada, atrapada en un laberinto de vida que yo misma me había montado, y que no sabía como salir.

Al margen de la profesión de abogada, hice de todo para llenar ese vacío que te comentaba antes, probé desde la terapia psicológica “tradicional”, a todo tipo de terapias alternativas, y me fui formando con el fin de ir sanando yo misma.

Hace unos años, todo el estrés y la ansiedad que tenía se transformó en enfermedad, aunque aún yo no me había dado cuenta.
Recuerdo un verano que a las vísperas de las vacaciones me tuve que ir al hospital porque no me encontraba nada bien, tenía fiebre y un dolor inmenso en la espalda, tenía infección en los riñones, y estuve durante mis vacaciones en un hotel 5*, con pensión completa pero sin vistas al mar…

La estancia en el hospital durante esos 15 días fue una tortura. Y no entendía el por qué me quedaba sin mis 15 días de descanso al año, sí, mi único descanso anual, eran esos 15 días.

Me planteaba dejar la profesión, pero me preguntaba, ¿y a que me dedico para ganarme la vida? Sólo me daban ganas de coger una mochila y perderme por la selva del amazonas, allí donde nadie pudiera encontrarme.

Un año y medio después dio la cara lo que llevaba 3-4 años gestándose en mi interior, una depresión que me llevó a estar totalmente incapacitada 

Terminé regalando mi negocio, y abandonando la profesión de abogada. Había tocado fondo, y sentía que no sabía hacia donde tenía que ir, pero que desde luego ese camino terminaba conmigo, con mi salud, con mi vida.

Y cuando empecé a recuperarme, me asaltó la pregunta que tantas veces me había hecho, ¿y ahora que hacía con mi vida? ¿Cuál es mi propósito?

Me había formado como terapeuta, y además me di cuenta que de manera indirecta llevaba haciéndolo muchos años, también me había formado como Numeróloga, además de otras terapias y técnicas, pero de verdad ¿yo podía ayudar a la gente así? Había una parte de mí que dudaba de mis propias capacidades aunque las personas me decían que gracias a mí acompañamiento se sentían mejor, pero yo no me lo creía, ¿por qué? Pues porque mis creencias me lo impedían.

Seguí trabajando en mi misma, seguí dedicándome a descubrir quien SOY YO, y no me dejaba de preguntar Cómo iba a sobrevivir. Reconozco que mi lenguaje interno decía mucho de lo que tenía en mi vida en ese momento.

En una meditación me llegó el mensaje sobre este evento. Todo absolutamente, el contenido del fin de semana, y qué mensaje era el que tenía que transmitir.

Te puedo asegurar que la palabra miedo se queda pequeña para describir lo que sentí, pero había algo en mi interior, no de mi cabeza, sino esa vocecita interna que tanto había ignorado a lo largo de mi vida que me decía, sí, ahí sí es.

Y fue mágico ponerme a dar forma a todo esto que durante la meditación me vino para darme cuenta de que realmente todo mi bagaje personal, todo lo vivido y todo lo aprendido estaba ya tan interiorizado que ahora debía transmitírselo a personas que estén buscando el sentido de su vida, sin necesidad de que hagan el mismo recorrido que yo he hecho.

Te reconozco que no me siento ninguna gurú, ni nada por el estilo, yo sigo aprendiendo y conociéndome, y me acerco a ti con la confianza de poder servirte en tu camino de reencuentro contigo mism@.

Todo esto es mi historia, y lo que me ha traído hasta aquí, no es ninguna estrategia de marketing, ni nada por el estilo, si has leído hasta aquí, quizás sea porque hay algo en tu interior que te esté diciendo ahí es, ese es el lugar.

Ahora tienes dos opciones

No dar el paso y seguir con tu vida como hasta ahora.

Y es complétamente lícito, puede que ahora no sea tu momento. Estaré aquí.

Atreverte a dar el paso hacia la vida que quieres.

Porque en el EVENTO RENACER removeré tu interior, ni en broma querrás volver a lo de siempre.